Alejandro Granados consiguió algo de lo que podría jactarse ante cualquier persona dentro del ambiente del fútbol: su club, Tristán Suárez, es el único de la Argentina al que el supermercadista más importante del país, Alfredo Coto, le garantizó el patrocinio principal de su empresa sin plazos ni condiciones. Desde hace tres décadas, en el centro de la camiseta del equipo de Ezeiza aparece Coto, uno de los beneficios que aportó el histórico intendente cuando tomó el control de la institución en 1993.
En aquel tiempo, Granados todavía no era jefe municipal –asumió ese cargo en 1995–, pero sí empresario gastronómico y dueño de uno de los reductos de moda en el círculo rojo nacional durante el menemismo: El Mangrullo. La amistad con Coto puede rastrearse en las mesas de ese lujoso restaurant a un costado de la Autopista Ricchieri. Treinta años después, el supermercado creció tanto como el poder de Granados en Ezeiza.
En todos estos años, las distintas gestiones vinculadas al Sheriff y símbolo de la mano dura en sus años como secretario de Seguridad de Daniel Scioli supieron dar golpes de efecto, no solo en los mercados de pases. Como ejemplo siempre asoma Diego Maradona, que cuando vivía en una casaquinta del barrio El Trébol, forjó una relación de amistad con Gastón Granados, hijo de Alejandro, y durante 14 años presidente del club. Diego no solo iba a ver al equipo mientras se recuperaba de una de sus recaídas: hasta llegó a dirigirlo un partido.
A diferencia de lo que sucede en otros clubes, la permanencia de la familia Granados y su grupo de confianza en Tristán Suárez se sostuvo en estas décadas sin que nadie se animara a desbancarlos. Quienes conocen de cerca la cotidianidad del club, argumentan que los resultados deportivos, pero sobre todo las obras en el estadio y en todas las instalaciones, crearon un cerco imposible de saltar para cualquiera que intente presentarse en las elecciones. “Nadie puede objetar nada. Los socios ven a diario cómo están los predios, las instalaciones, la pileta, el estadio. La gente ve que el club crece”, dice Oscar Vergara, quien asumió las funciones de presidente por la licencia del reinstalado jefe comunal.
Granados va y viene de Tristán Suárez de acuerdo a su situación en la municipalidad. En noviembre de 2021 volvió a asumir como presidente del club porque le había delegado la intendencia a su hijo Gastón. Ahora, como volvió al primer plano municipal, le dejó la presidencia interina a Vergara, uno de sus laderos históricos en lo referido al fútbol. Muy lejos quedó la intención de Alejandro de incidir en la política de River: apenas un recuerdo de sus tiempos como hipermenemista.
A pesar de los vaivenes comunales, Granados siempre está. “Cuando agarra la municipalidad, se aboca a eso. El club está tranquilo, pero cualquier cosa se lo consulta. Siempre hicimos así”, cuenta Vergara.
“El club es de Ezeiza. Jugar en el Nacional permite que nos conozcan muchas provincias. Se nos abren posibilidades. A su vez, la gente de Suárez va a la cancha porque jugamos por primera vez contra equipos como Chicago, Chacarita o Belgrano de Córdoba”, explica el presidente interino. En el club aseguran que el municipio no inyecta dinero, pero que Granados –o sus hijos Gastón o Alejandro, o su esposa Dulce Granados, presidenta del Concejo Deliberante de Ezeiza– siempre funcionan como nexo para que algunas empresas se transformen en patrocinantes. Porque no es solo Coto: desde Aeropuertos Argentina 2000 o Sinteplast hasta la línea de colectivos 306 –Expreso Esteban Echeverría– ponen plata en la institución. Muchas instituciones de la Liga Profesional no tienen esos sponsors.
Si bien Tristán Suárez tiene el apoyo del establishment empresario –Coto, Eurnekian–, el ingreso más importante a su tesorería proviene de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que conduce Claudio “Chiqui” Tapia, a quien el club apoyó desde el día cero. La AFA le paga ocho millones de pesos mensuales por los derechos de televisación; pero el apoyo excede lo económico: por la ubicación del predio donde entrena la Selección, la comunicación entre el municipio y la AFA siempre es fluida. Si hay algo que no puede resolverse por abajo, Granados y Tapia lo resuelven por arriba.
Claudio Tapia, Alejandro Granados, dos pesos pesados dentro del fútbol argentino. Una relación, negocios en común y favores pendientes de un lado y del otro. Hace algunas semanas con un insólito decreto la AFA modificó el reglamento de la B Nacional y eliminó un descenso. Uno de los más favorecidos por la medida fue San Telmo, el club de Granados.
Fuente: Agustín Colombo / Letra P