
Un 29 de junio, pero de 1986, la selección argentina vencía por 3 a 2 a Alemania Federal en la gran final de la Copa del Mundo y Diego Maradona se convertía para siempre en leyenda.
Desde el inicio del encuentro Argentina se hizo dueña de las acciones, comandada por Diego Maradona, y a los 23 minutos consiguió abrir el marcador a través de un cabezazo de José Luis Brown.
Diego fue marcado de manera rigurosa por Lothar Matthäus en el primer tiempo y por Karl Heinz Förster en el segundo. Eso le impidió sobresalir durante la mayor parte del partido como sí lo hizo durante todo el torneo, aunque su sola presencia era una preocupación constante para los germanos.
El equipo jugaba muy bien y a los diez minutos del segundo tiempo Valdano puso el 2-0; parecía que la copa ya estaba al alcance de la mano. Pero en apenas seis minutos, los alemanes consiguieron dos goles e igualaron el cotejo. El primero fue a los 29 por intermedio de Karl Rummenigge y el segundo lo anotó Rudi Völler a los 35.
Argentina se había relajado y lo estaba pagando muy caro. Pero Diego, a pesar de la fuerte marca alemana, frotó la lámpara y asistió magistralmente a Burruchaga. Este, tras una larga carrera, definió de derecha ante la salida de Toni Schumacher para poner 3-2 arriba a la Argentina a siete minutos del final.
Pasaron 38 años de la inolvidable corrida de Jorge Burruchaga que terminó con la pelota en el fondo de la red, que significó no sólo el tercer gol de Argentina sino el campeonato del mundo, el segundo de la historia.