El protagonista de la historia es Pascual Navarro, aunque desde los 5 años para todos es “Pocho” (dicen por Federico Insúa, jugador de fútbol que en algún momento vistió los colores de Independiente de Avellaneda, club del cual Navarro es fan).
Sus inicios en el deporte fueron en el fútbol, en la novena división de Deportivo Argentino. Y al poco tiempo de la mano de su papá llegó a San Jorge Rugby Club. Durante un tiempo combinó la redonda y la ovalada, pero cuando tuvo que decidir, eligió el deporte de 15 jugadores.
Transitó por todas las divisiones del club rojiblanco hasta que, en 2019, llegó el momento esperado, su debut en primera división.
“Me tocó debutar en un amistoso de pretemporada contra Belgrano, en nuestra cancha, y por suerte pudimos festejar”, recordó.
En poco tiempo, Pascual vivió dos momentos muy especiales en la vida de un deportista: el descenso y el ascenso. Hace un par de años, Pocho voló rumbo al Viejo Continente para cumplir un sueño.
“La verdad que tenía ganas de jugar al rugby en Europa, ganas de cambiar la zona de confort. Entonces me puse en campaña para buscar equipo, tuve que armar un highlights y enviarlo. Y después de varios intentos surgió la chance de venir a Andorra”, comentó.
El tercera línea llegó para la temporada 22/23 para sumarse al VPC Andorra XV, equipo con el cual se consagró campeón.
“La adaptación al principio fue un poco complicada sobre todo los primeros meses ya que, dejar a la familia y los amigos es complicado. Lo bueno que en el equipo somos muchos argentinos y eso hace que te integres más rápido al grupo” y agregó “Me costó por el idioma, acá se habla catalán y la verdad que el primer mes me tenían que traducir porque no entendía lo que decían. En cuanto al rugby tenemos un sistema de juego bastante claro, nos dan todas las herramientas para estudiar lo que tiene que hacer cada uno. Así que te ayudan bastante en eso. Una ventaja que tuve es que el sistema de juego era bastante parecido al que usaba San Jorge”.
Esta temporada, que acaba de finalizar, con Navarro actuando como segunda línea, el equipo andorrano ratificó su poderío en el Campeonato de Catalunya consiguiendo el bicampeonato. Además, ganó la serie decisiva y ascendió a la División de Honor “B”.
Generalmente el club cuenta con jugadores contratados y otros a los cuales les consigue trabajo, en el caso de Pascual trabaja en la cocina de un hotel. Claro que, tras el ascenso y tal como lo establece el reglamento, la mayoría del plantel deberá tener contrato.
“Este mes seguramente nos reuniremos con el Manager del club para definir el tema del contrato y la continuidad. La verdad que estoy muy bien acá. Mi idea es quedarme, pude obtener la residencia anual con posibilidad de extenderla por 2 años más. Así que si todo sale bien me quedo acá mínimo 2 años más. Queda disfrutar de la División de Honor y mantener la categoría, objetivo principal seguramente”.
Ahí está el Pocho, con apenas 26 años, y una mochila con sueños hechos realidad y muchos otros por cumplir.