Septiembre se convirtió en el mes por excelencia del futsal masculino. Es que, en estos momentos, se están desarrollando dos mundiales de la disciplina en simultáneo, con las selecciones argentinas como grandes candidatas a quedarse con el primer puesto en ambos frentes. Esta situación tan particular se viene dando desde hace varios años debido a la existencia de dos federaciones que coexisten entre sí: FIFUSA y FIFA.
El rompecabezas es complejo de armar y hasta de entender. Por un lado aparece la FIFUSA, ente creado en 1971 en Brasil, el cual se jacta de ser el “auténtico” y el que más reconocimiento tiene en nuestra provincia (hay cinco jugadores mendocinos en el seleccionado). La misma está llevando a cabo su Copa del Mundo en la ciudad de Bucaramanga, Colombia, con la participación de 17 países (en principio eran 20, pero Kenia, Canadá y Congo se bajaron sobre la hora).
En la vereda de enfrente se ubica la poderosa y reconocida FIFA, que viene creciendo a pasos agigantados desde la década del 80, impulsada con un gran incentivo económico que tiene la organización a nivel mundial. Su torneo se disputa en Uzbekistán con 24 participantes de todas partes del mundo y allí se encuentra la Albiceleste, en representación de la AFA.
Más allá de lo estrictamente deportivo (ambos seleccionados han tenido un buen comienzo), hay diferencias notorias que explicar para terminar de entender este problema en el futsal internacional. LA FIFUSA (Federación Internacional de Fútbol de Salón) comenzó a regir a principios de los 70 y apadrinó los primeros tres certámenes ecuménicos: Brasil 82, España 85 y Australia 88. Debido a malas administraciones y problemas económicos, la Confederación Panamericana de Futsal (PANAFUTSAL) tomó la posta y organizó los siguientes cuatro campeonatos, hasta que se formó la AMF en diciembre de 2002 (Asociación Mundial de Futsal), que llegó a diagramar cinco mundiales.
Tras varios años de idas y vueltas, los dirigentes de la Confederación Argentina de Fútbol de Salón (CAFS), en compañía de otros países, decidieron pegar el portazo de la AMF para volver a reactivar la Federación Internacional de Fútbol de Salón. La intención fue “recuperar el terreno perdido” durante todos esos años y volver a competir ante FIFA, según palabras de Pedro Bonettini, presidente de CAFS. Por eso, la Copa del Mundo de Colombia es una prueba de fuego para esta nueva federación, que este año diagramó la Copa del Mundo C-20 en Comodoro Rivadavia (Argentina campeón) con apenas cinco selecciones.
Entre tanto conflicto, desorganización y ambición por parte de las autoridades, la FIFA invirtió una gran cantidad de dinero y apostó al crecimiento de la disciplina, a tal punto que ya lleva 9 Copas Mundiales realizadas (Holanda 1989, Hong Kong 1992, España 1996, Guatemala 2000, China Taipei 2004, Brasil 2008, Tailandia 2012, Colombia 2016 (en donde nuestro país se quedó con la corona) y Lituania 2021. Ahora la competencia se lleva a cabo en Uzbekistán, en donde la Albiceleste intentará quedar nuevamente en lo más alto.
Si bien el futsal de ambas federaciones es prácticamente similar, existen algunas reglas diferentes entre uno y otro. A pesar de que ambos juegan con cinco jugadores de campo por equipo en dos tiempos de 20 minutos y cambios ilimitados, lo cierto es que en FIFA, los córners y los laterales se juegan con el pie (y no con la mano), el arquero puede pasar la mitad de cancha en cualquier momento y circunstancia, se puede barrera para intentar quitar una pelota, mientras que en el saque de arco no es necesario que la pelota pique en su campo para continuar con la acción.
Además, las medidas de las canchas pueden tener algunas diferencias: en FIFUSA tienen 36 a 40 metros de largo, y de 18 a 20 metros de ancho, mientras que en FIFA aparecen de 38 a 42 metros de largo y 20 a 25 metros de ancho.
Diferencias de reglamento al margen, aparece a nivel internacional una pelea que es desigual por el poderío y el respaldo que tiene FIFA. Mientras FIFUSA hace esfuerzos para poder ir ensamblando sus competencias con miles de imponderables, enfrente el monstruo parece ir comiéndolo de a poco, con el profesionalismo como bandera.
Mendoza es hoy el bastión que sostiene al deporte a nivel país en su vinculación con FIFUSA, pero el panorama empieza a perder fuerza cuando se eleva a nivel nacional, y mucho más, en el plano internacional. Un deporte, dos realidades y una fuerte batalla.